La epistemología es el proceso de razonamiento que utilizamos los seres humanos para validar o defender que algo que creemos es verdad. Es un modelo de reflexión consciente y estructurado que nos ayuda a explicar por qué creemos ciertas cosas y no creemos en otras.
¿Qué es la epistemología?
¿Alguna vez has oído la frase de Sócrates “solo sé que no sé nada” y te han entrado ganas de responder ¿y cómo lo sabes?. Pues esa pregunta (¿y cómo lo sabes?) es la base de la epistemología.
Detrás de cada proceso epistemológico hay una sola pregunta: ¿por qué creo eso?. A partir de tus sentidos, el conocimiento o testimonio de otras personas al que tienes acceso (y el grado de validez que otorgues a cada uno de esos inputs) será como respondas a la pregunta ¿por qué creo eso?.
Por eso la epistemología no se puede hacer mal. Puede que tus inputs sean incompletos, deficientes o interesados, pero siempre te harán llegar a una respuesta a la pregunta ¿por qué creo eso? Pero que no puedas hacer mal la epistemología, no significa que tu respuesta sea válida siempre.
La epistemología y los sesgos
La epistemología clásica parte de la idea de que el conocimiento debe ser justificado y verdadero. Pero ¿qué pasa cuando los mecanismos que usamos para justificar nuestras creencias están viciados de origen?.
Si una persona cree tener una justificación sólida para una idea, pero esa justificación proviene de un sesgo no detectado (como confiar en una autoridad sin verificar los datos, o rechazar evidencia contraria porque le incomoda), ¿puede decirse que sabe lo que cree saber?.
Por ejemplo, si un investigador científico está convencido de una hipótesis y, sin darse cuenta, interpreta los datos a favor de su postura e ignora los contrarios, su justificación deja de ser objetiva. Esto compromete la calidad epistemológica de sus conclusiones, aunque el método científico en teoría lo proteja.
Aunque no podemos eliminar los sesgos, sí podemos diseñar modelos epistémicos que los contrarresten, por ejemplo, la revisión por pares.
Si exponemos nuestros inputs y proceso epistemológico a otras personas, nos pueden ayudar a detectar errores que nosotros mismos no podremos ver, pero para eso hay que tener una mente abierta y aceptar que se puede estar equivocado. Algo que no todo el mundo es capaz de hacer y la sociedad actual ultraliberal y ultracapitalista, desde luego no favorece.
¿Qué diferencia la epistemología de las conductas “pensar” o “reflexionar”?
La respuesta corta sería «ninguno», pero no es menos cierto que la epistemología es un proceso articulado que exige de unas normas y pasos concretos. Lo que sucede es que, en la mayoría de las ocasiones, realizamos esos pasos concretos y respetamos esas normas de forma no premeditada e voluntaria (algunos dirían que lo hacemos de forma «inconsciente», pero yo odio esa palabra).
Algunos dirían que para hacer epistemología hay que querer, y “pensar” o “reflexionar” lo hacemos sin querer, pero no es verdad. Nuestro mecanismo de selección de conductas por consecuencias, selecciona esta forma “articulada” de reflexionar cuando necesitamos dar una justificación razonada a nuestras decisiones (a veces ante nosotros mismos).
Cuando decides llevar o no paraguas porque crees que lloverá, estás usando un modelo epistemológico: confías en tus sentidos (el cielo está nublado), en tu memoria (la última vez que estuvo así en la ciudad donde vivo, llovió) o en el testimonio de otras personas (el pronóstico del clima en TV han dicho que hay una alta probabilidad de lluvia).
¿Qué diferencia la epistemología del escepticismo?
El escepticismo es una de las partes de un proceso epistemológico. No puede haber epistemología sin escepticismo, pero no es suficiente con que haya escepticismo para considerarlo epistemología.
El propósito del escepticismo es cuestionar los fundamentos del conocimiento y de nuestras creencias, pero se para ahí. La epistomología exige continuar el proceso hasta validar o no validar dichas creencias.
El escepticismo podría plantear “dudo que llueva hoy”. Pero si queremos hacer verdadera epistemología deberíamos plantearnos “¿por qué dudo que lloverá hoy?”.
¿Qué diferencia la epistemología del método científico?
Podríamos decir que la epistemología sirve para validar el conocimiento “para mí”, mientras que la ciencia busca validarlo “para todos”.
Si el escepticismo era una de las partes de la epistemología, la epistemología es una de las bases del método científico. No puede haber ciencia sin epistemología, pero no es suficiente con que haya epistemología para considerarlo ciencia.
Cualquiera puede decir “creo que no lloverá, por estas razones” y sería correcto desde un punto de vista epistemológico. Pero no sería ciencia salvo que cumpliera otros criterios como la interrelación con el resto de conocimiento científico existente o la reproducibilidad de los resultados en presencia de las mismas variables dispuestas de la misma forma.
Por otro lado, si no soy capaz de plantear una serie de razones por las que “creo que no lloverá”, no tendría nada que contrastar. No habría hipótesis. Por eso decimos qué, sin epistemología, no se puede haber ciencia.
¿Cómo hacer epistemología?
Los pasos que debes seguir para validar tu propio conocimiento (por qué creo eso) son los siguientes:
- Definir cuando aceptaré que el proceso ha concluido (¿cuándo he acabado?): algunos piensan que saber implica poder entender y explicar algo. Otros van más allá y creen que sabes cuando puedes adaptar la explicación sin que pierda su valor o función (aquello de saber explicarlo a tu abuela o a un niño para que lo entienda). Pero también hay momentos en los que nos conformaremos con que esté escrito en un libro o haya salido en las noticias (el famoso “si lo dicen será verdad”).
- Identificar métodos o fuentes de validación de conocimiento (¿de quién o qué me voy a fiar?): algunas personas no consideran Wikipedia, Google, ChatGPT o Perplexity como fuentes para validar su conocimiento, otros sí. Cuanta más información de más fuentes recopiles y contrastes, más fiable será tu proceso epistemológico.
- Justificar de forma efectiva la adquisición del conocimiento (¿por qué me voy a fiar de esa fuente?): normalmente nos dejamos guiar por experiencias anteriores nuestras o de otras personas en función del contexto y la pregunta que estemos respondiendo. Puedo pensar que tal o cual periódico no son imparciales en política, y sin embargo fiarme de su previsión meteorológica o de las noticias deportivas.
Los 3 pasos en nuestro ejemplo: ¿Por qué debería llevarme un paraguas?
- En mi caso, por ejemplo, el proceso epistemológico finalizará cuando mis observaciones sean confirmadas o desmentidas por las previsiones meteorológicas.
- Mis métodos o fuentes de validación serán: ser consciente de la estación del año, mirar por la ventana y buscar en mi móvil/internet.
- Si estoy en Alicante en otoño, invierno o primavera, miraré por la ventana. Si veo nubes negras, buscaré las previsiones de la aplicación “El tiempo” en mi móvil. Si dan lluvia consideraré que lloverá, en caso contrario buscaré una tercera fuente.
Tras mi proceso epistemológico, y aunque esta mañana había nubes negras, al consultar varias fuentes y ver que coinciden en que la previsión de lluvia para hoy es del 0%, he decidido no coger el paraguas.
¿Me mojaré? No lo sé, pero mi proceso de reflexión será impecable y mi creencia será validada.
¿Cuáles son las fuentes del “saber”?
Podemos obtener el saber desde distintas fuentes: percepciones, reflexiones, recuerdos o testimonios. Otro día podríamos entrar en un debate ontológico sobre si las reflexiones son respuestas a una percepción, si los recuerdos son reflexiones o si los testimonios son recuerdos o reflexiones de otra persona, pero hoy no es ese día.
El caso es que cada “fuente del saber” tiene sus propias desventajas y sesgos. Nuestras percepciones pueden estar sesgadas desde un punto de vista biológico y/o epigenético. Nuestras reflexiones y recuerdos están sin duda sesgados por nuestra historia de aprendizaje y los testimonios por la historia de aprendizaje de la persona que los proporciona.
Cuando aprendes algo nuevo, estás construyendo tu “biblioteca de conocimiento”. La epistemología te ayuda a elegir lo que es confiable y lo que no para ti (recuerda que epistemología no es ciencia).
Conclusión
Cada vez es más difícil saber lo que “creernos”.
- La historia siempre está escrita por los vencedores.
- Los medios de comunicación con intereses económicos y de clase manipulan o inventan las noticias.
- Hay herramientas de IA que pueden modificar contenido (fotografías, audios, videos, etc.) cambiando la realidad.
- Los especialistas en modificación de conducta aprovechan la cámara de eco que son las RRSS para sembrar ideología o desinformación.
- Etc.
Aunque la epistemología te da herramientas para cuestionar lo que lees, ves o escuchas, buscar evidencia y tomar decisiones informadas depende de ti. Debes ser tú quien elija, filtre y valide tus fuentes y elija las explicaciones que aceptará y las que no.
Así que la próxima vez que alguien te diga algo como: “Las pirámides fueron construidas por los extraterrestres”, hazle una pregunta epistemológica: “¿Cómo sabes eso?” y prepárate para una conversación divertida (o un incómodo silencio). Después de todo, en eso consiste la epistemología: en cuestionar, explorar y aprender.